Residencia de Elizabeth Dychter 2019

En apariencia irónica e irreverente, Elizabeth Dychter deja una reflexión más profunda de lo que el espectador aprecia visualmente. El seno, un instrumento femenino de gran poder, se presenta en dos instalaciones bajo el título de Tetas. La belleza y la decadencia, el amor y el dolor, la vida y la muerte, todo resumido en la misma “teta”. Nacida y criada en Buenos Aires, hija de un sobreviviente del Holocausto, siempre supo lo que significaba la transmisión de la memoria y el valor de la vida. Después de un recorrido de más de 30 años, lleno de éxitos y reconocimientos, la artista siempre profundiza en la necesidad de dejar un legado.

El trabajo de Elizabeth Dychter es el resultado de un mes de residencia artística en el Faenza Art Ceramic Center (FACC), donde llevó adelante un largo proceso técnico con la porcelana, en el que desarrolló y exploró nuevos conceptos con la colaboración de los técnicos y curadores de este centro. De esta manera, el FACC agrega un nuevo capítulo a esta alianza fructífera, sensible, cultural y artística entre continentes, con un punto de referencia: la ciudad de Faenza.

Las obras estarán en exhibición en Officine Matteucci, el nuevo espacio para el arte contemporáneo en Faenza, que tiene una rica identidad artística e histórica: es un reconocido centro nacional de generaciones enteras de artesanos del hierro forjado Mateucci, desde 1640 hasta 1960. Hoy en día, cuatro jóvenes de Faenza dirigen y gestionan el centro Officine Matteucci, y forman un equipo de trabajo con amplias capacidades profesionales.

Elizabeth Dychter: "Tetas", 2012-2019

La serie Tetas comenzó después de una mamografía de rutina, en la que se observó algo inusual en uno de mis senos. A partir de eso, aunque los resultados de mis exámenes estaban bien y yo no estaba enferma, empecé a investigar sobre el cáncer de mama en Argentina, donde nací.

En Buenos Aires, una de cada ocho mujeres iba a tener cáncer de mama. Eso me impactó. Los números eran alarmantes. Tenía que hacer algo al respecto. Aunque no formaba parte de esas estadísticas y tampoco lo haría durante los años siguientes, sentí la necesidad de crear conciencia.

Algo tan lleno de vida como el seno de una madre, considerado la belleza absoluta durante el Renacimiento, el escote sensual de los años 90 podría convertirse en la peor pesadilla. Vida y muerte, belleza y decadencia, el principio y el fin, todo en un seno.

Al principio, surgió Notifíquese y archívese, una enorme estantería colmada de hermosos senos, ocho en cada fila, para ser exacta. Siete de ellos tenían un lazo rosado que representaba la lucha contra el cáncer de mama, mientras que el octavo estaba agrietado y llevaba un lazo negro. Ese es el que no lo logró. Ese fue el comienzo de Tetas.

Luego, creé Donde sea que vayas, mamá te está mirando. Los ojos de la Mona Lisa mirándote desde un seno. A esta última obra, le siguió Colgada como la Mona, un juego de palabras en español, ya que “mona” es el femenino de “mono”.

A continuación, llegó Delicada decadencia, donde empecé a trabajar con porcelana para lograr la blancura de una teta perfecta. También apareció como la Venus de Botticelli. Al principio, los senos eran el epítome de la belleza, pero luego comenzaron a agrietarse hasta desvanecerse, una alegoría de la enfermedad.

Durante los últimos diez o doce años, solo he trabajado con porcelana, una técnica que es difícil de encontrar en Argentina y Uruguay. Por eso comencé a hacer residencias artísticas en todo el mundo, ya que era imposible encontrar buena porcelana en mi país. Finalmente, comencé a importarla solo para mí y ahora solo trabajo con porcelana Parian, que es la mejor para mi trabajo.

Al principio, eran solo los ojos de la Mona Lisa o la cabeza de El nacimiento de Venus. Luego, empecé a usar las imágenes de otras pinturas renacentistas, por lo general, de Michelangelo, Da Vinci, Rafael o Botticelli, mis favoritos. Primavera, La dama del unicornio y mis propios ojos.

Trabajo con calcomanías personalizadas y las combino con calcomanías comerciales de insectos y flores, lo que simboliza que la muerte también puede ocultarse detrás de la belleza.

Elegir el barro

Casi por casualidad, Elizabeth Dychter llegó a la cerámica para deslumbrar con su obra.

  • ¿Cómo comenzó tu historia con la cerámica? ¿Habías pasado previamente por otras experiencias artísticas?

Mi historia con la cerámica comenzó de manera casual y vista a la distancia, muy graciosa. Era muy jovencita y mi suegro se instaló en mi casa. Decidí que tenía que escaparme de él porque era muy demandante, así que, a dos cuadras de mi casa, vi un cartel en la Asociación Española del Socorro Mutuo de Belgrano, que decía: “Clases de cerámica, Prof. A. Jones”. Y ahí entré. Eso fue en el año 1988. Al año siguiente, ya pasé al taller particular de Alejandra Jones. Previo y en paralelo a la cerámica, yo estudiaba arte textil con Rosa Chernoff, que luego abandoné para quedarme con el barro.

  • ¿Fuiste autodidacta o tuviste maestros que te iniciaron en este recorrido artístico?

Como te decía anteriormente, mi maestra fue Alejandra Jones. Nunca tuve necesidad de cambiar de taller porque considero que Alejandra es la mejor maestra que pude haber encontrado. Sumamente generosa con sus conocimientos y una calidad humana única.

  • La elección de la materia prima, ¿condiciona o determina el tipo de obra o el proceso es inverso?

Hasta que incursioné en la porcelana, por el año 2012, nunca había ni siquiera pensado en si el material condicionaba o no el tipo de obra que haría. Era simplemente dejar que mis manos tocaran el barro, para que aparezcan las imágenes.

Hoy, que solo trabajo con porcelana Parian, te diría que me condiciona absolutamente. Tengo que saber previamente qué es lo que quiero hacer, para ver la manera de construir.

  • ¿Cuáles son los temas que te inspiran o emocionan?

Durante la mayor parte de mi vida como ceramista, mi tema recurrente era el Holocausto. Como hija de un sobreviviente, me era necesario volcar en el material las vivencias de mi padre. Creo que lo que me inspira es la vida y la muerte. Mi serie de las Tetas, habla del cáncer de mama, por ejemplo. Hoy, mis ondas de colores de la serie Colapso, en porcelana Parian, hablan de las catástrofes y la resiliencia.

  • ¿Planes para lo que resta del año?

Mis planes para lo que resta del año, son estudiar programación 3D y seguir haciendo pruebas, porque tengo un proyecto bastante importante para el año que viene en Italia, con impresora 3D.

En el ojo mismo de la historia

Sin imágenes no hay memoria, sin memoria no hay historia. Cuando hablamos de imagen, estamos hablando también de lenguaje, memoria y conocimiento; partiendo de esta premisa podemos afirmar que la tragedia de la Shoá debe ser imaginable. Lejos ya del pensamiento adorniano que negaba la posibilidad de hacer poesía luego de este desastre, esta circunstancia planteó lo sublime de Auschwitz volviendo inimaginable e indecible el horror. Conceptos que a futuro conllevan el peso del olvido. ¿Se puede entonces continuar sosteniendo, en la actualidad que es irrepresentable la Shoá?

Elizabeth Dychter toma una clara postura de resistencia  y propone una imagen para tal atrocidad;  el soporte elegido, la cerámica escultórica, es allí donde traslada las vivencias de su padre en Auschwitz. Son  esos torsos con cabezas gachas que dejan trascender su drama en el resquebrajamiento del esmaltado,  figuras de los que marchan rumbo a los trenes, sin rasgos que los identifiquen, anónimos,  perdieron identidad.

La artista  nos presenta una historia del horror pero con una renovada interpretación ya que ella no vivió tales circunstancias. Sin dudas plantear el trauma histórico desde una perspectiva estética presenta desacuerdos y ambigüedades, pero lo cierto es que también toda memoria podría estar cargada de estas inquietudes ya que no hay una memoria colectiva unívoca y totalizadora.

Esto nos muestra que la resistencia de las imágenes representada en este corpus escultórico, trae aparejado que la historia no se cierre, allanando el camino paraque estos hechos no caigan en el olvido.

Luciana Acuña.

Arte Mediante

Equipo curatorial