Revista Artes - Esculturas cerámicas para conservar la memoria

… Es la tierra, el fuego, el agua y el aire. Es el material que te permite todo, la libertad absoluta de que el azar te juegue en contra y que aun así el error sea maravilloso…

“A través de los Ojos de Mi Padre” es el meditado título escogido para la más reciente exposición de Elizabeth Dychter, escultora argentina en las salas de exposición del Museo del Holocausto de Buenos Aires. Arcilla, esmaltes craquelados, sal... allí encontramos figuras en actitud de sumisión, entrega o resignación recordando a tantos millones de seres exterminados en el Holocausto, hoy de nuevo salidos a la luz de entre las tinieblas de la memoria. Esta percepción conceptual de la artista ennoblece con su gesto a los tantos desaparecidos y sobre todo a su familia asesinada.

La curaduría de la muestra resulta excelente, tanto en las esculturas como las instalaciones y las fotos que sirven de soporte visual interactúan entre sí con un lenguaje de recuerdos.

De las más de veinte esculturas de arcilla, óxidos y esmaltes de delicado tratamiento, particularmente llama la atención la serie de "Condenados" ícono gráfico que acompañará a la escultora mientras vida tenga. Sus figuras blancas, craqueladas, repetidas, cabizbajas, entregadas, sometidas, fruto de toda una vida de pasión por el recuerdo y la compañía de su padre Enrique, sufridor y sufrido de primera mano.

En este nuevo siglo de tecnologías imprudentes, encara el ceramista los retos conceptuales ofreciendo su homenaje al hombre y su memoria. Con sus manos bendecidas transmiten alma y sensaciones, a estos "condenados" que renacen y vencen al olvido con esas figuras blancas, estáticas, llenas de misterio y recuerdos.

Nos llama la atención otra de las esculturas presentadas por la simbiosis entre formas y el tratamiento de la superficie de la pieza, es evidente que la autora ha experimentado no solo con el color y los óxidos, sino con la temperatura de sus hornos. Se refleja sin dudas una guerra interna desgarrante pues la escultura por sí misma muestra uniones en desuniones. Expresiones de la Dychter permiten al espectador recordar la memoria de esos tantos y tantos, de esos muchos demasiados, de ese dolor multiplicado, de ese sello de ignominia estampado con fuego sobre la humanidad misma.

En la sala central fue colocada la instalación que en palabras de la escultora expresa las angustias y los sufrimientos de todos esos "condenados".

Al verla trabajar, sus manos exploran la materia (el barro) dejando que éste la guíe en sus creaciones y dice: "Nunca sé por dónde va a ir la pieza, no hago bocetos, no dibujo, dejo que la arcilla me guíe".

“Sólo sé qué voy a hacer, cuando trabajo en serie con moldes. Ahí sí tengo una idea preconcebida, no sé cuál es el motivo, simplemente es así y no lo cuestiono”.

“¿Qué es la cerámica para mí? ... algo que me preguntan y me pregunto todavía. Cuando empecé hace ya más de veinte años, no sabía que iba a convertirse en algo tan fundamental para mi vida como el mismísimo aire que respiro. No me imagino hoy día no hacer otra cosa que lo que hago.”

La escultora ha sido guiada hacia un tiempo por una de las ceramistas argentinas de más solidez técnica de las que conozco, coautora de uno de los libros de cerámica más didácticos editados en idioma castellano "Cerámica Rakú, una técnica una pasión", donde Alejandra Jones nos ofrece la oportunidad de aprender mucho de sus experiencias, en esta popular y milenaria técnica cerámica. Alejandra Jones merece ser mencionada en el éxito técnico de esta magnífica exposición de Elizabeth Dychter, su alumna por años, y me atrevería a pensar que su mano fue también guía en la excelente curaduría de esta muestra.

¿Y qué es la cerámica para una escultora como la Dychter?

“Es la creatividad en tres dimensiones, la posibilidad de jugar, de equivocarse y es resarcirse al instante. Es la incertidumbre de la espera, la capacidad de probar tu paciencia, la sensabilidad de la arcilla… la magia del fuego. "Es la tierra, el fuego, el agua y el aire. Es el material que te permite todo, la libertad absoluta de que el azar te juegue en contra y que aún así el error sea maravilloso. Hoy estoy agradecida a la vida que se haya empecinado en mostrarme este camino."

"Por supuesto no sólo fue la vida... nada de esto habría sido posible sin la invaluable sabiduría y sensibilidad de Alejandra Jones que supo enseñarme y guiarme estimulándome con infinita paciencia y absoluta convicción... algo que solo tienen los grandes de alma... Gracias Ale!"

Justamente agradecida a su mentora y amiga, la artista refuerza sus sentimientos manejando con destreza los términos paciencia, sensibilidad, magia y esa incertidumbre de la espera. La escultora refleja en su obra una calidez humana muy especial y la obra misma una madurez artística inequívoca. Este sentimiento no solo se explica por la intima relación con todo el entorno familiar y esos relatos angustiosos de su padre a través de su vida.

Obras como "Limbo", "Partidos", "Trenes", La espera, y "Marcha de la muerte" reflejan un profundo y comprometido estado de exaltación al recuerdo a través de los ojos de su padre, testigo de excepción de los más inenarrables episodios de horror en los campos de concentración.

Esta exposición con sus obras individuales y sus instalaciones de gran carga emocional y artística muy bien debería ser adquirida en su totalidad por un gran Museo del Holocausto, como ejemplo de cómo el artista hace de los recuerdos un sello imborrable que sirva de atracción a las nuevas generaciones para estudiar y recordar aquellos horrores y lo que nunca debe repetirse.

Y utilizando los métodos tecnológicos de la comunicación actual cerramos la entrega con algunas preguntas a la autora de esta magnifica exposición de alto contenido técnico, artístico y conceptual.

Al pasar revista a lo acontecido en esta, su mas reciente exposición, considera Ud. que ha cumplido con el propósito de la muestra?

"En esta última exposición, no sólo logré el propósito sino que superó mis expectativas. Creo que la muestra fue redonda, con un principio y un cierre muy definidos, y mas allá de mi satisfacción personal, a la gente le gustó mucho."

Cómo ha asumido el éxito de esta muestra con comentarios tan favorables, han valido la pena las angustias de todo este trabajo?

"Si, claro que valió la pena. Pero eso uno recién lo nota o lo acepta, cuando la muestra acaba. Si bien el disfrute al hacerla es mucho, la angustia y la presión de una fecha definida, son muy grandes. Y aun así supongo que uno disfruta plenamente."

Conocemos que algunas de las obras de esta exposición han sido adquiridas, entre ellas una por un Embajador de la República Dominicana en Buenos Aires, ¿ha recibido propuestas de llevar la exposición a otro lugar?

"Fue un honor saber que el Sr. Embajador de República Dominicana en Argentina, un encanto de persona y un gran conocedor de arte, adquiriera una de mis obras."

"Hubo algunas propuestas de llevar la muestra o parte de ella a otros lugares, que nunca llegaron a concretarse. La temática de la exposición, no es para cualquier espacio."

Ahora tienes por delante un reto mayor, con los bonos bien altos hacia donde se dirige tu obra ahora… ¿qué debemos esperar de Ud.?

"Que hacia donde va mi obra?

Generalmente no me planteo qué voy a hacer, dejo que la arcilla me guíe. A partir de las nuevas imágenes que van surgiendo, es hacia donde encamino la obra, siempre y cuando me resulte interesante lo que aparece. Así que la respuesta a la pregunta de hacia dónde va mi obra, sería, hacia donde ella quiera..."

Elizabeth Dychter: Faenza - Italia 2019

El trabajo de Elizabeth Dychter es el resultado de un mes de residencia artística en el Faenza Art Ceramic Center (FACC), donde llevó adelante un largo proceso técnico con la porcelana, en el que desarrolló y exploró nuevos conceptos con la colaboración de los técnicos y curadores de este centro. De esta manera, el FACC agrega un nuevo capítulo a esta alianza fructífera, sensible, cultural y artística entre continentes, con un punto de referencia: la ciudad de Faenza.

En apariencia irónica e irreverente, Elizabeth Dychter deja una reflexión más profunda de lo que el espectador aprecia visualmente. El seno, un instrumento femenino de gran poder, se presenta en dos instalaciones bajo el título de Tetas. La belleza y la decadencia, el amor y el dolor, la vida y la muerte, todo resumido en la misma “teta”. Nacida y criada en Buenos Aires, hija de un sobreviviente del Holocausto, siempre supo lo que significaba la transmisión de la memoria y el valor de la vida. Después de un recorrido de más de 30 años, lleno de éxitos y reconocimientos, la artista siempre profundiza en la necesidad de dejar un legado.

Las obras estarán en exhibición en Officine Matteucci, el nuevo espacio para el arte contemporáneo en Faenza, que tiene una rica identidad artística e histórica: es un reconocido centro nacional de generaciones enteras de artesanos del hierro forjado Mateucci, desde 1640 hasta 1960. Hoy en día, cuatro jóvenes de Faenza dirigen y gestionan el centro Officine Matteucci, y forman un equipo de trabajo con amplias capacidades profesionales.

Elegir el barro

Casi por casualidad, Elizabeth Dychter llegó a la cerámica para deslumbrar con su obra.

  • ¿Cómo comenzó tu historia con la cerámica? ¿Habías pasado previamente por otras experiencias artísticas?

Mi historia con la cerámica comenzó de manera casual y vista a la distancia, muy graciosa. Era muy jovencita y mi suegro se instaló en mi casa. Decidí que tenía que escaparme de él porque era muy demandante, así que, a dos cuadras de mi casa, vi un cartel en la Asociación Española del Socorro Mutuo de Belgrano, que decía: “Clases de cerámica, Prof. A. Jones”. Y ahí entré. Eso fue en el año 1988. Al año siguiente, ya pasé al taller particular de Alejandra Jones. Previo y en paralelo a la cerámica, yo estudiaba arte textil con Rosa Chernoff, que luego abandoné para quedarme con el barro.

  • ¿Fuiste autodidacta o tuviste maestros que te iniciaron en este recorrido artístico?

Como te decía anteriormente, mi maestra fue Alejandra Jones. Nunca tuve necesidad de cambiar de taller porque considero que Alejandra es la mejor maestra que pude haber encontrado. Sumamente generosa con sus conocimientos y una calidad humana única.

  • La elección de la materia prima, ¿condiciona o determina el tipo de obra o el proceso es inverso?

Hasta que incursioné en la porcelana, por el año 2012, nunca había ni siquiera pensado en si el material condicionaba o no el tipo de obra que haría. Era simplemente dejar que mis manos tocaran el barro, para que aparezcan las imágenes.

Hoy, que solo trabajo con porcelana Parian, te diría que me condiciona absolutamente. Tengo que saber previamente qué es lo que quiero hacer, para ver la manera de construir.

  • ¿Cuáles son los temas que te inspiran o emocionan?

Durante la mayor parte de mi vida como ceramista, mi tema recurrente era el Holocausto. Como hija de un sobreviviente, me era necesario volcar en el material las vivencias de mi padre. Creo que lo que me inspira es la vida y la muerte. Mi serie de las Tetas, habla del cáncer de mama, por ejemplo. Hoy, mis ondas de colores de la serie Colapso, en porcelana Parian, hablan de las catástrofes y la resiliencia.

  • ¿Planes para lo que resta del año?

Mis planes para lo que resta del año, son estudiar programación 3D y seguir haciendo pruebas, porque tengo un proyecto bastante importante para el año que viene en Italia, con impresora 3D.

En el ojo mismo de la historia

Sin imágenes no hay memoria, sin memoria no hay historia. Cuando hablamos de imagen, estamos hablando también de lenguaje, memoria y conocimiento; partiendo de esta premisa podemos afirmar que la tragedia de la Shoá debe ser imaginable. Lejos ya del pensamiento adorniano que negaba la posibilidad de hacer poesía luego de este desastre, esta circunstancia planteó lo sublime de Auschwitz volviendo inimaginable e indecible el horror. Conceptos que a futuro conllevan el peso del olvido. ¿Se puede entonces continuar sosteniendo, en la actualidad que es irrepresentable la Shoá?

Elizabeth Dychter toma una clara postura de resistencia  y propone una imagen para tal atrocidad;  el soporte elegido, la cerámica escultórica, es allí donde traslada las vivencias de su padre en Auschwitz. Son  esos torsos con cabezas gachas que dejan trascender su drama en el resquebrajamiento del esmaltado,  figuras de los que marchan rumbo a los trenes, sin rasgos que los identifiquen, anónimos,  perdieron identidad.

La artista  nos presenta una historia del horror pero con una renovada interpretación ya que ella no vivió tales circunstancias. Sin dudas plantear el trauma histórico desde una perspectiva estética presenta desacuerdos y ambigüedades, pero lo cierto es que también toda memoria podría estar cargada de estas inquietudes ya que no hay una memoria colectiva unívoca y totalizadora.

Esto nos muestra que la resistencia de las imágenes representada en este corpus escultórico, trae aparejado que la historia no se cierre, allanando el camino paraque estos hechos no caigan en el olvido.

Luciana Acuña.

Arte Mediante

Equipo curatorial